Descorchadores de otros tiempos

Sin ser coleccionista ni poseer afición especial por las antigüedades, debo reconocer que algo hay en los objetos antiguos que me hipnotiza. Desde siempre en las visitas a los museos, esos rincones donde se exhiben elementos de larga data me han capturado y en ellos, he dejado buena parte de mi tiempo.

Qué placer simple e íntimo conlleva observar pausadamente sus detalles. Sus líneas y formas. Sus diseños. Ver cómo algunos dejan en evidencia su fin, mientras que otros juguetonamente lo ocultan.

No obstante, lo más cautivante a mi parecer, es lograr hacerme una idea vaga de dónde estuvieron, que otras vidas alcanzaron a tener, qué recuerdos atesoran hoy junto a sus marcas de desgaste o en esas manchas imborrables. O intentar retrotraer su época de oro, aquella cuando su sola presencia daba sentido a la ocasión. O porqué no, atisbar esos otros momentos, donde el segundo plano era el espacio preferido, aquel donde la eficiencia bastaba, para dejar que otros sí brillaran y disfrutaran.

Ciertamente mil historias se guardan tras cada uno de ellos y, siendo estos en particular descorchadores (sacacorchos), podemos desde ya imaginar unas tantas más, cargadas de conversación, reflexión, alegría, disfrute y conexión.

¡Salud!

IdV.