Vino con Sentido

Hay un sinnúmero de estímulos, que a diario salen a nuestro encuentro, que no reciben la debida atención de nuestros sentidos. Producto del ensimismamiento al que nos empuja la voracidad de la vida actual, avanzamos por ella inmunes a lo que ocurre a nuestro alrededor, sea esto el sutil canto de los pájaros, la suave brisa de la primavera o el exquisito aroma de las flores. Desafortunadamente esta forma de vivir nos empuja a acostumbrarnos al hecho de crecer (o envejecer…), privados de información muy valiosa, que empleada oportunamente, puede darnos la posibilidad de alcanzar mayor discernimiento o, porqué no, gran disfrute.

Para quienes somos amantes del vino, el poder apreciarlo en toda su riqueza, es indispensable, por tanto el aprender a hacer intensivo uso de nuestros sentidos, es prácticamente una obligación auto-impuesta. Ahora bien, claramente no es una misión fácil, al contrario, puede tomarnos años despertar y adiestrar nuestra capacidad de ver, oler y degustar para luego conseguir apreciar en profundidad, toda la riqueza que un vino es capaz ofrecer, en cada uno de los pliegues, que sus colores, aromas y sabores esconden.

Lo cierto, es que todo sería más fácil e inmediato, si desde niños fuéramos entrenados para lograr maestría en el arte de «catar», pero como en la minoría de los casos se cumple, mejor es asumir dicha misión cuanto antes y disfrutar del proceso del aprendizaje, que aún cuando puede ser lento, no está exento de sorpresas y gratificaciones.

¡Salud!

IdV.