El Champagne para Mark Twain

Demasiado de cualquier cosa está mal, pero mucho Champagne es simplemente perfecto.

No creo que haya una bebida que sea capaz de conseguir un reconocimiento tan categórico por tanto tiempo y de forma tan consistente, como el Champagne. Realmente asombra ver como ha traspasado fronteras y épocas, desde su creación. Es universalmente conocido y, aunque quizás no siempre el auténtico, muy probablemente todos han bebido alguna vez, de esta peculiar bebida alcohólica con burbujas.

Esta cita atribuida al legendario escritor norteamericano, es poco pretenciosa, incluso puede parecer demasiado simple y escueta. Pero en eso justamente radica su gracia. En muy pocas palabras y con gran ironía, se nos sugiere que el disfrutar de Champagne no tiene límites, es más rozaría la perfección tenerlo en demasía y disfrutar de él sin restricción alguna. Por lo mismo, es ésta definitivamente, una frase que a su vez nos debiera provocar, porque sabemos que beber alcohol tiene consecuencias, sobre todo negativas si se sobrepasan los límites en que cada organismo, puede asimilarlo en forma saludable. Y quizás ahí esté su mayor valor, porque ¿quién no ha sentido ganas de tener más y más de algo que nos han dicho o nos hemos convencido, de que no es bueno? ¿ Quién ante lo prohibido no ha reaccionado íntimamente de forma rebelde y ha querido impulsivamente burlar la «regla establecida? ¿Quién no ha soñado alguna vez con sobrepasar los límites y, por una vez, saber por experiencia propia, que hay más allá, eso que se supone «está mal»?

A lo mejor, por qué no, quizás Mark Twain también hacía referencia en su frase, al aura del Champagne, su entorno, esa magia que se le atribuye desde sus inicios, ese glamour que viene por añadidura con su nombre, a la rica tradición e intensa historia, que carga sobre los hombros cada una de sus botellas, a las sensaciones y emociones que éste provoca próximo a nuestros sentidos, al sonido susurrante pero rítmico de su nombre… En fin, a toda aquella poesía que circunda y trasciende a la bebida, que seguro nos gustaría tener cerca en abundancia y por qué no, dejarnos seducir, embriagar y extasiar con ella.

¡Salud por el Champagne! ¡Salud por nosotros!

IdV.