Rostros del vino

Definitivamente sin ellos ni el vino ni nuestras tradiciones serían posibles… ¡¡Ni siquiera imaginables!! Su quehacer silencioso, anónimo, es trascendental para que la bebida que tanto queremos, llegue a nuestra mesa.

¿Quién puede dudar que son parte innegable de lo que los expertos llaman «terroir» o terruño? ¿Eso que hace singular y auténtico a un vino? No muchos, aunque quizás en primera instancia no sea tan evidente.

Personalmente si hay algo que en verdad me conmueve, es saber la cantidad de familias que viven y crecen, gracias al trabajo que da la elaboración y porqué no, distribución del vino. Cada una de las manos (¡y almas!), que han estado en contacto con él, le han otorgado vida a través de su dedicación y preocupación, algunos incluso en forma inconsciente.

De todas maneras, gracias a ellos, a mi parecer, desde el líquido mismo, que contiene la botella, hasta el corcho y su etiqueta, toman un sentido superior, que puede perfectamente pasar desapercibido al bebedor normal, pero a nosotros los apasionados del vino, nos inspira.

¡A la salud de los rostros del vino!

IdV.

 

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