El Vino según Carlos de Rokha

Parece imposible a veces, o increíble más bien, que ciertos poemas logren con muy pocas palabras tocar los puntos más sensibles de nuestra percepción. Personalmente, sin ser conocedora ni mucho menos entendida en poesía, puedo decir que leer o escuchar versos me provoca no solo la reflexión, si no también el descubrir sensibilidades insospechadas.

Esto último fue justamente lo que me ocurrió al leer este breve, pero muy intenso poema llamado Sonata Coral al Vino de Carlos de Rokha. Sus imágenes, sumadas a la cadencia de los versos, me llevaron a sentir al vino de otra forma, una más que embriagadora, muy intoxicante, asfixiante. Habla del vino, sí, pero de uno que agobia y ahoga, uno que lleva a quien lo bebe a extremos excesivos de alucinación y delirio. Un vino que provoca dolor, un vino que daña…

Reconozco que no es esta la forma cómo me gusta apreciar al vino. Muy por el contrario, prefiero su lado amable, luminoso, enaltecedor. No obstante, esa cara más oscura existe y, para algunos bebedores puede constituir  la dimensión de él, que más conocen y ciertamente, llegan a padecer…

Les dejo a continuación los versos, para su lectura

IdV.

Este es el vino,

ésta su amapola de delirio y ésta

su cruel paloma que en mi sangre vive

como una isla en un espejo oscuro.

 

Es entonces que vuelve ese morado vuelo

a cubrirnos las sienes de un juego alucinado.

 

Ahora estalla el rubí que lo aprisiona

y de su centro de callada esfera

una inmortal abeja asciende en torno. (…)