Viñedos: Naturalezas «vivas»

Hay algo en las fotografías de viñedos que es mágico. Algo que no es fácil de describir, pero que sin duda sentimos todos los que disfrutamos del mundo del vino, cuando las vemos… ¿Será añoranza? ¿O será simplemente admiración?

Honestamente no lo tengo muy claro pero sí puedo decirles, que siendo una persona que gusta de viajar, desde la primera vez que tuve la oportunidad de visitar un viñedo, mi apego hacia el vino cambió. Dejó de ser simplemente un bebestible, y pasó a tener vida propia, algo así como un ser que poseía origen, y éste uno arraigado al lugar que lo vio nacer.

Ahora, si volvemos a la fotografía veremos que pase a ser la de un paisaje, no es estática, si no al contrario tiene mucho movimiento, ese que dan los colores y la sinuosidad de las formas. Además, si nos detenemos específicamente en los colores, sabremos que estamos en otoño y por lo mismo, podemos llegar incluso a «sentir» la tibieza del sol y la brisa fresca del atardecer.

Y es justo en esta parte admiración de la imagen, cuando me abstraigo y pienso que perfectamente podría no ser una fotografía, si no una pintura, la cual fue hecha con mano firme, muy realista, pero con profunda inspiración y con la interpretación, que su dueño hace del momento, que vive entre los viñedos…

En fin, quizás me dejé llevar por mi imaginación, pero tal como comencé esa nota, definitivamente hay algo mágico en las fotografías de viñedos, que no lo sé explicar.

¡Salud!

IdV.

 

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